justo arriba de la cabeza. Con semejante luz
no hay defecto que se escape. Odio ser el centro de atención. Y acá estoy. Toda
maquillada y vestida de turquesas, rojos y verdes. Un grafiti a pleno medio
día. Aunque acá dentro da igual la hora que sea. ¡Me dan unas ganas de mandarte
a la mierda, Susi. Y vos también, Lidia! Mirá que se los dije, ¿cuántas veces? ¿Y
para qué? Si al final hacen lo que quieren con el menor sentido de la estética.
Decí que en esta maloliente caja de madera ya ni me muevo, que si no me levanto
y, de la bronca que tengo, les pego el susto de sus vidas.
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