Papel secante

Cuando terminó de tomar el jugo de frutos rojos antioxidantes cien por ciento natural, quedaban unas gotas que se depositaron en el fondo del vaso inescrupulosamente, esas que, por más que uno se esmere en no dejar, quedan para enseñar rastros del comportamiento. Lo mismo pasó con el muffin de vainilla con pedacitos de chocolate, oxidante y lleno de radicales libres. “Yo los como y adentro que se arreglen”.
Mientras tanto, Isabel le contaba que su amigo le había explicado el por qué de haber estado a favor y ahora en contra, y que por eso ella también había decidido estar en contra de Obama y de su política. “Mi amigo sabe mucho”, dijo.
El viento tormentoso amenazaba con la llegada inminente, pero engañosa, del chaparrón aislado y por eso colocó la servilleta dentro del vaso, para que no se volara.
Fue entonces cuando la servilleta poluta de manchones de grasa del muffin se impregnó de púrpura, absorbiendo las gotas que habían resistido a la glotonería. Ahora, el jugo de frutos rojos antioxidantes era parte del papel secante hecho un bollo y se ramificaban como la sangre en las venas. “A mi me gusta Obama, Isabel y las razones que tengo son mías y nó del vecino”. Metió la mano dentro del vaso, agarró la servilleta y le dijo sacudiéndola: “¿Ves lo que pasa si uno se descuida?”. Isabel, mirando al cielo, le respondió: “vamos a mojarnos, mejor pidamos la cuenta”.Microrrelato, microficcion, minicuento, relato bonsai, texticulo, hiperbrevedad, relato hiperbreve, microcuento, ficcion subita

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