Una amiga que habla hasta por los codos le prestó a Juan El libro que todo lo cuenta.
Una tarde de domingo, aburrido de los cientos de programas de televisión por cable, decidió ponerse con la novela.
Se acomodó en el sillón y empezó a leer.
Cuando iba por el tercer capítulo sus manos se humedecieron. No le dio importancia. A punto de empezar el cuarto, sintió que los pantalones también estaban mojados. Y recién ahí notó que el libro perdía.
Cuando tuvo la intensión de dejarlo a un lado por la incomodidad del asunto, unas pequeñas manos enguantadas salieron del costado del libro y, sin que él pudiera reaccionar, le cogieron la cabeza y la metieron de prepo en la historia.
A Juan no le costó zafarse pero tuvo dudas.
El lunes, cuando se encontró con su amiga, le devolvió el libro en una bolsa zip. “Toma, llegué hasta el capítulo tres porque intentó ahogarme. Y no quiero hablar del asunto”. La amiga, que vio al libro hecho un asco dentro del plástico, tiró el ejemplar al primer cubo de basura que encontró.
Es que existen libros que nos pueden matar.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Muchas gracias por invitarme a tu blog! Excelente, por lo que veo :) ¡Te sigo!
ResponderEliminarAgradezco inmensamente la invitación, ha sido más que grato recorrer tus letras. Seguiré leyendo las entradas anteriores y desde hoy seguidor fijo, (además de merecido link en mi casa virtual).
ResponderEliminar¡Saludos y un gran abrazote!
Triste final para un libro que hizo lo que pudo.
ResponderEliminarUn saludo.
Fabuloso el contenido del libro, excelente relato.
ResponderEliminarBesos
Como siempre tu imaginación y creatividad me impresiona.
ResponderEliminarSaludos
No debio tirarlo al cubo!!!!!!!!! Se lo tuvo que dar a su pero enemigo jejejee.
ResponderEliminarHola Isabel. Puede ser que haya libros que nos puedan matar. Lo que sí hay es miles de millones de libros que nos ahogan la imaginación, nos inundan el barco en el que creíamos viajar hacia un mundo desconocido y fantástico.
ResponderEliminarYoni, jjjajja, es cierto. Un libro que hizo, mas que lo que pudo, de todo. El exceso inferido por la inseguridad de que si no se cuenta todo no te entienden, es el peor pecado que cometió.
Mono, seguramente que el peor enemigo es más inteligente. Jamás se arriesgaría.
Gracias chicos por pasar y dejar sus micromentarios. Me encantan y los disfruto mucho.
Hasta la próxima.
muy creativa como siempre
ResponderEliminarHay libros, novelas, que son tan exageradamente tristes que parecen que te van a ahogar con lágrimas.
ResponderEliminarSaludos!!
Qué chévere cuento, Svor. La imaginación siempre debe ser el centro del microrrelato. ¡Bien!
ResponderEliminarExcelente relato.
ResponderEliminarTe felicito!
(Viste? acá estoy, tardé un poco pero al fin llegué....)
Una vez un abogado ebrio me relató que existió un libro de Goethe que en su tiempo causó una ola de suicidios entre los adolescentes de Europa,me pregunto a veces si ésto es cierto,aunque fué tan buena ésta conversación,que en realidad la exactitud de los hechos no importa.Me gustó encontrar en tu relato éste tipo de praxis.
ResponderEliminarHay libros que son una incógnita, hay otros que pueden leerse, y unos pocos que merecen leerse.
ResponderEliminarEs lo que me dicen tus letras.
Un placer tus letras,
rober