María limpia casas. María a las 6 de la mañana espera el autobús. Mientras friega pisos agachada, María nunca olvida poner a un costado la calabaza que compra en el mercado una vez cada quince días. Es el amuleto al que le dedica el minuto de respiro y descanso. Está convencida que un día se convertirá en una carroza.
Yo compré, siendo niño, una calabaza. Deseaba que se convirtiera en algo magnífico. Nunca pasó nada con ella. Siendo algo más viejo, mientras esperaba a un amigo en la n¡barra de un bar, vi a una muchacha de ojos negros. Me acerqué le dije que si, por casualidad, tenía una calabaza en casa. Me dijo que sí. Le invité a tirarla. Y luego nos casamos. Tenemos cuatro hijos. Y cuatro pequeñas calabazas que les servirán cuando crezcan.
Gabri, me encantan tus pequeños relato-mensajes. Clara, pero ?como?, ?los castillos en el aire no existen? Fidel, soñar tiene que ser el primer paso. Tony, para que el sueño no muera lo escribimos. Gabiprog, dale, siempre. Varkel, y ese día es el peor porque sabe que aun no ha pasado nada pero el mejor porque renovara su ilusión. Leon, quien sabe? pero por las dudas... Athena, no. Hay unos que la roban, otros la fabrican, otros la compran y otros esperan.
Cuando sea mayor
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De chica, estar al aire libre no era una sofisticación o una imprudencia:
la hora de ir a la puerta no se hacía esperar nunca y los chicos del barrio
plag...
No todo el mundo nace con hada madrina
ResponderEliminarsi está completamente convencida, seguramente un día se convertirá.
ResponderEliminarEl universo trabaja con y para nosotros, y no viceversa.
Un abrazo.
De lo que si puede estar convencida es que cada quince días come verduras...
ResponderEliminarSaludos.
Muy interesante.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Volveré.
DEjemonos abrazar sin verguenza por los sueños.
ResponderEliminarEstupenda entrada.
Un mágico relato.....los sueños se componen de ese material de ilusiónes y desilusiones.
ResponderEliminarun abrazo
Habra que aprender a conformarse con soñar
ResponderEliminarHermosos esbozos. Tendré que hacer un rapaso más profundo, los de esta primera página invitan a ello.
ResponderEliminarGracias por tu visita. Hasta la siguiente.
La magia de la ilusión... aunque en ocasiones solo se trate de castillos en el aire... es lo último que se debe perder.
ResponderEliminarYo compré, siendo niño, una calabaza. Deseaba que se convirtiera en algo magnífico. Nunca pasó nada con ella.
ResponderEliminarSiendo algo más viejo, mientras esperaba a un amigo en la n¡barra de un bar, vi a una muchacha de ojos negros. Me acerqué le dije que si, por casualidad, tenía una calabaza en casa. Me dijo que sí. Le invité a tirarla. Y luego nos casamos. Tenemos cuatro hijos. Y cuatro pequeñas calabazas que les servirán cuando crezcan.
Gabri, me encantan tus pequeños relato-mensajes.
ResponderEliminarClara, pero ?como?, ?los castillos en el aire no existen?
Fidel, soñar tiene que ser el primer paso.
Tony, para que el sueño no muera lo escribimos.
Gabiprog, dale, siempre.
Varkel, y ese día es el peor porque sabe que aun no ha pasado nada pero el mejor porque renovara su ilusión.
Leon, quien sabe? pero por las dudas...
Athena, no. Hay unos que la roban, otros la fabrican, otros la compran y otros esperan.
Saludos a todos y gracias por pasar
Perdidas todas las esperanzas, siempre nos queda la magia...
ResponderEliminarBesos.