Un cuerpo de 50 con poder también se contrae. Lo sabe. Y mengua resistiéndose. Burla la capacidad natural nadando contracorriente. Así ama carnal a un cuerpo de 20, porque el deseo no muere si no lo matas. Lo recorre con una boca de muchos sabores adueñándose del deseo. Podría ser su madre y ese desafío le hace crecer los pechos. El hace caso. No se cansa. Se vuelve adicto. Ella pide, “baja”. “Dame la vuelta y hazlo. Baja”. O le exige que no se mueva cuando destroza con sus manos el escote.
Un cuerpo de 50 no quiere dejar de sentir. Tampoco está dispuesto a paga para amar. El poder que ha ganado es el imán que necesita. Y sabe que nadar contracorriente puede ser agotador, pero es lo que mantiene en forma.
Pues habrá que preguntar a los de cincuenta. A ver qué opinan.. :)
ResponderEliminarExcelente entrada.
Brutal.
ResponderEliminarBesos.
Por más que algunos quieran dictar doctrinas, el alma no tiene edad. Y las arrugas que se ven son las que menos pesan...
ResponderEliminarQue tendran que ver las arrugas y los años con amar y desear.
ResponderEliminarResponde una de cincuenta y.....
Precioso,lo que escribes
El cuerpo cambia aunque no queramos. Es cierto que ahora podemos hacer cositas para despistar el paso del tiempo, pero de todas formas es inevitable, de momento.
ResponderEliminarUna mujer sabe que la belleza se ha creado en su nombre y la belleza es madre del deseo. Una mujer no deja de desear nunca a menos que mate al deseo.
el deseo no envejece
ResponderEliminarA veces me gustaría tener ese deseo de mujer del que hablas en tu relato, ese poder.
ResponderEliminarBesos
"Un cuerpo de 50 no quiere dejar de sentir"... ni de 60...ni de 70...supongo.
ResponderEliminarBesos.
Interesante relación...
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