Oigo tu voz. Déjame oírla sin interrupciones.
No se qué me cuentas, la melodía de tus palabras me adelgazan.
Y la tarde pueden ser noche y la mañana también porque me siento a salvo, frente al resto.
Y no me importa. Aunque estemos en medio de un parque.
Soplas en mi cuello erizando las partículas que harán que te necesite.
Buscamos un refugio para que la culpa no entre. Y allí vamos.
A crear momentos que en los cuentos existen para hacernos eternos y suspiros.

4 comentarios:

  1. Describes muy bien esos momentos íntimos en los que el tiempo pasa volando y da lo mismo el lugar, lo importante es la compañia....

    Un abrazo

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  2. La culpa nunca llega si la cosa es verdadera.

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  3. Muy bonito, genial lo del refugio sin culpa...

    Besos

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