Jugar, a las escondidas

La tarde deja entrar por la ventana al calor del verano. Las cortinas se mueven al compás de la respiración relajada de la siesta. Aprovechando la quietud declarada de los padres durmiendo la siesta y las persianas a medio cerrar, saca de debajo de la cama un bulto de tela lila anudado. Hasta dentro de una hora no se van a despertar y tiene el campo libre. En el baño se peina, se maquilla con el labial rojo y las sombras multicolor encima de una silla. Hace todo lo posible por no dejar huellas, no quiere que le peguen. Tiene prohibido usar las cosas de la madre. Se mira al espejo y sonríe feliz. No ve la hora de ser mayor para poder maquillarse todo lo que quiera. Baja de la silla y desata el nudo. Dentro un tesoro, los zapatos de noche de la madre, los que ya no usa por estar pasados de moda y que tanto le fascinan porque son plateados y brillan mucho. Se los pone a pesar de que le queden grandes. Se cuelga un collar de perlas falsas que rescató del tacho de basura y un sombrero con flor deshilachado. Lamenta no tener el pelo largo y haber tenido que pedir para su cumpleaños lo que todos esperaban que pidiera, un autito, cuando en realidad lo que quería con todas sus fuerzas era poder jugar sin esconderse.Microrrelato, microficcion, minicuento, relato bonsai, texticulo, hiperbrevedad, relato hiperbreve, microcuento, ficcion subita

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