Cruzo el puente para ir de Las Tablas a Sanchinarro. Debajo, la inescrupulosa y antipaisajista A1 hace más ruido que una ametralladora.
Mientras cruzo tengo al sol arriba, a la derecha, y a mi sombra a la izquierda, igualita a mí, sobre el asfalto.
La sombra se mueve exultante a lo lejos y tengo la sensación como de ver crecer a un hijo.
En ese instante de embeleso un auto le pasa por el costado rozándola. Me asusto y paralizo. Es peor. En menos de un segundo otro auto le pasa por detrás sin el menor cuidado. Apuro la marcha en vano. Cuando me quiero dar cuenta, un BMW Serie 1 color rojo le pasa por encima.
Desde entonces y sin quererlo, me he convertido en uno de esos cuerpos que viven por vivir. Entendí todo cuando el siluetólogo me explicó que la sombra es el alma que se viste para pasear.
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...la sombra es el alma que se viste para pasear...
ResponderEliminarGracias por escribir, Svor!
Saludiños!
A veces perdemos el alma en un descuido. Pero mientras el cuerpo siga andando, más adelante en el camino de nuevo lo encontramos.
ResponderEliminarBuena historia. Saludos.
¡Qué interesante blog! Gracias por la invitación, acepto con gusto.
ResponderEliminarUn saludo desde Buanos Aires!!!!!!
Muy bueno, Samanta!!!
ResponderEliminarBesos.
La sombra es el alma que se viste para pasear, pero alguna vez paseamos sin ella:
ResponderEliminar"La sombra es el alma que se viste para pasear" Qué bella imagen.
ResponderEliminarMe parece que a todos nos gustó lo mismo.
Hermoso micro cuento.
Besitos.
Inhóspita la carretera de Burgos desde la Calle Valcarlos al Hipercor de Sanchinarro.
ResponderEliminarNuestra sombra queda con frecuencia expuesta a la tragedia.
Besos.
Muy original este relato, una imaginación que trabaja, me encanto.
ResponderEliminarBesos