Aunque me escondas

Hace unos días preguntas y te respondo que soy un violín. No es la primera vez. Te desilusiono al instante porque no deseo ser gramófono a pesar de tu insistencia diplomática. Todo se aprende es tu frase, y es cierto, pero no me interesa en lo más mínimo. Sólo entonces comprendes, después de tres años, que no estuve enferma. Tu quieres oír música, no tocarla, y me dejas en un rincón dentro de una caja que se va llenando de polvo. Al costado hay una papelera vacía y una pila de libros con las páginas en blanco. Si no me has engañado, te he comprendido mal, me dices cada vez que puedes, mirando a través de la ventana o hacia la pared, y las cuerdas sin tensión se van floreciendo.

Pero se que no faltará oportunidad aunque me escondas. Las manos que aun no comulgan con mi cuerpo sabrán donde encontrarme.

7 comentarios:

  1. Cuando uno quier encontrar algo de verdad no hay escondite que valga
    saludos

    ResponderEliminar
  2. Para saber escuchar música se debe haber intentado su escritura. De otro modo no se fusiona instrumento y sonido. Ni intérprete.

    ResponderEliminar
  3. Hay quien se asusta de todo aquello que no conoce por su repetición, por su control.

    ResponderEliminar
  4. Un violín no, el concertino

    No te quites ni tanto así.

    Besos

    ResponderEliminar
  5. Sembrás música con tus palabras.

    Un beso

    ResponderEliminar
  6. Por cierto, un descubrimiento de lo más agradable:

    www.eroticorum.blogspot.com

    Se trata de un matrimonio que han montado este blog y que da gusto leerlo.

    ResponderEliminar
  7. Pues sí, uno es lo que es, siempre encontraremos a alguien que lo entienda...

    Un beso, Svor

    ResponderEliminar